EL CINE Y LOS TOROS



 
TODO EMPEZÓ EN ESPAÑA

El cine y las corridas de toros no han tenido una relación muy fructífera a lo largo de los años, de hecho han sido pocas las películas que se han producido al respecto y menos aún las de significado artístico o impacto taquillero.


Lógicamente, fue el cine de España, sobre todo el de mediados del siglo XX, el que abordó con más énfasis el ambiente taurino, involucrando en sus historias dramas de toreros con desenlace triunfalista. Curiosamente, los argumentos de varios de estos filmes se los ubicaba en un contexto religioso, tal como ocurrió con las recurrentes versiones de CURRITO DE LA CRUZ, EL NIÑO DE LAS MONJAS y EL RELICARIO. 




También hubo especial apego del cine español por incluir como protagonistas a sus toreros símbolos como Manuel Benítez “el cordobés”, Sebastián Palomo Linares o Paco Camino. Es así como surgieron cintas biográficas, como: FRAY TORERO, CHANTAJE A UN TORERO y APRENDIENDO A MORIR. 


Cabe destacar que en esta etapa se produjo una película que se apartó de lo establecido y propuso una de las pocas visiones críticas al mundillo de las corridas, se trata de A LAS CINCO DE LA TARDE.   


Pese a sus empeños, el cine taurino español no logró trascender más allá de sus propias fronteras y no pudo tampoco resistir el paso del tiempo. En las últimas décadas, la nación ibérica creó pocos filmes relacionados con los toros, y más bien empleó esta temática sólo como elemento simbólico para acoplarlo en cintas tan variadas como: MATADOR, HABLE CON ELLA, JAMON-JAMON, LA VAQUILLA y varias adaptaciones de la famosa novela CARMEN.


MÉXICO PLANTEA OTRO ESTILO 

El cine mexicano fue muy efectivo al incorporar el ambiente taurino en el género de la comedia a inicios de los años 1940s, aspecto que le otorgó réditos taquilleros; obviamente apoyado en su principal estrella: Mario Moreno "Cantinflas", que popularizó películas como NI SANGRE NI ARENA y CANTINFLAS TORERO.

El famoso comediante mexicano incluso aprovechó la popularidad alcanzada con estas cintas para realizar algunas giras por distintos países latinoamericanos, presentando en vivo  su espectáculo de toreo risible en cosos con mucha concurrencia.     




No obstante, sería en 1956 cuando el cine azteca presentó una obra muy original llamada TORERO, una mezcla de drama y documental protagonizada por el matador Luis Procuna, quien se permitió ofrecerle al público todas las sensaciones contradictorias que sentía antes, durante y después de una corrida. 

El filme tiene un estilo neorrealista y nostálgico, logrando emocionar al espectador, pues le revela la crisis existencialista que siente un torero por el temor a la muerte. 

En esta película se pueden apreciar también -para quienes gustan de la fiesta brava- las intervenciones de los conocidos Manolete y Carlos Arruza. 


 
UNA NOVELA DE BLASCO IBÁÑEZ SE CONVIERTE EN HITO DEL CINE

En la etapa silente, Hollywood ya contaba con referentes cinematográficos de trascendencia mundial, uno de ellos fue Rodolfo Valentino, prototipo de latin lover, que sería el actor ideal para representar en el cine a Juan Gallardo, el torero principal de la famosa novela de Vicente Blasco Ibañez, Sangre y Arena. El filme se lo estrenó en 1922  con un rotundo éxito.

Sin embargo, sería una nueva adaptación cinematográfica de la novela, en 1941, la que daría la mejor película de toros que se haya hecho. La dirigió Rouben Mamoulian y una de las claves de su éxito, a más de la galería de actores que presentó, fue el magnífico empleo del technicolor.  



Sangre y Arena es uno de los mejores melodramas del Séptimo Arte, cuenta la historia de Juan Gallardo (Tyrone Power), un torero analfabeto que llega a la cúspide de la fama por su oficio y que, solo por eso, será seducido por una impactante mujer (Rita Hayworth), quien será el motivo de su autodestrucción. 

La película contiene momentos de crítica dura al mundillo de las corridas reflejadas, por ejemplo, en dos escenas reveladoras: el reparto de la carne de un toro muerto en el ruedo a gente desesperada por comida; y el final del filme en donde con aplausos y lanzamiento de sombreros se aclama al nuevo astro del toreo (Anthony Quinn), quien agradece con sus brazos en alto justo al lado de la sangre derramada en la arena, minutos antes, por Gallardo víctima de una mortal cornada. 

 
 
El asistente de dirección de esta versión de Sangre y Arena fue, Budd Boetticher (conocido más por rodar westerns de serie B), quien siempre tuvo una afición especial por las corridas de toros, logró dirigir películas destacables como EL TORERO Y LA DAMA, y SANTOS EL MAGNIFICO, en donde se volvió a vestir de luces Anthony Quinn.  



Pero Boetticher tuvo tal obsesión por este espectáculo que quiso ir más allá y dedicó toda la década de 1960s para filmar un documental de uno de sus ídolos, el torero mexicano Carlos Arruza, quien fallecería trágicamente en un accidente automovílsitico en 1966, afectando a Boetticher al extermo de ser internado en un sanatorio mental. Pese a todo, logró terminar su obra y la estrenó en 1972. 


De su parte,  Arruza, a más de ser un gran torero, también fue un gran seguidor del cine e intervino como actor en la cinta mexicana SANGRE TORERA y en el famoso western hollywoodense EL ALAMO , que fue dirigido por John Wayne.  




SOL Y SOMBRA A LA CAZA DE BRUJAS 

De todas las películas sobre la fiesta brava producidas hasta el momento, quizás solo hubo una que dio protagonismo al toro, se trata de EL NIÑO Y EL TORO, filme realizado en 1957, y que cuenta la historia de un chico que cría y se encariña con un becerro, pero al crecer éste será usado en la lidia, iniciándose una constante lucha del niño por salvarlo.
 

La trama de la cinta resultó atrayente y esto radicó en su guión, que para ese entonces no se supo quién fue su autor, tiempo después se descubrió que fue Dalton Trumbo. 
 
Trumbo fue uno de los mejores escritores de la historia de cine, pero en las décadas de los 1940s y 1950s fue uno de los principales perseguidos por la caza de brujas impuesta por el senador norteamericano Joseph McCarthy, a todo el que se le descubriera algún tipo de relación o simpatía con el comunismo. 


En este contexto, el famoso guionista fue encarcelado y luego impedido de trabajar en Estados Unidos, por lo que optó por radicarse en México y vender sus guiones empleando pseudónimos. Así lo hizo para EL NIÑO Y EL TORO, en donde apareció bajo el nombre de Robert Rich. El dato curioso es que este argumento ganó el premio Oscar de ese año, pero obviamente nadie apareció para recibir la estatuilla en la ceremonia de premiación. Hollywood lo reconoció como el legítimo ganador recién a mediados de los años 1970s, poco antes de su muerte. 

 
CINE TAURINO CONTEMPORANEO 

En las últimas décadas muy pocos filmes de relevancia se produjeron sobre el mundo taurino, tal vez se podría nombrar solo como referencia a la nueva versión de SANGRE Y ARENA de 1989 que, en una vertiente más erótica, fue protagonizada por la conocida Sharon Stone.  Asimismo, cabe citar a la coproducción brtiánica española MANOLETE, sobre la vida del famos torero e interpretada por Adrien Brody.  

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